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Importancia
del país en relación a los pueblos eslavos
Bulgaria se incluye en el grupo de los eslavos
meridionales, junto con Macedonia, Croacia, Serbia, Bosnia, Eslovenia y
Montenegro –es decir, los países de la antigua Yugoslavia que residen en la
zona de los Balcanes–. Todos estos países –excepto Bulgaria– formaban parte de
la antigua república de Yugoslavia, y, aunque el país elegido no esté dentro de
este grupo, es necesario mencionar –brevemente– los terribles hechos que
sucedieron a finales del S.XX. El inicio de las tensiones entre los países
tiene diversas causas o detonantes: la abolición de la autonomía de Kosovo; la
muerte del mariscal Tito en la década de 1980; las crisis políticas, económicas
y culturales; diferencias religiosas y étnicas –en la guerra de Bosnia–, i nacionalismos
violentos –entre serbios y croatas, fundamentalmente–.
No pretendo ser reduccionista –obviamente estas son
sólo algunas de las causas de las guerras yugoslavas–, pero Bulgaria, a pesar
de pertenecer a la zona balcánica, no formaba parte de este grupo, y, por lo
tanto, creo que no es necesario incidir más en el tema. Hay que tener en
cuenta, no obstante, que las guerras debilitaron mucho a los países de la zona,
y que las tensiones –políticas, económicas y/o raciales– siguen existiendo hoy
en día.
La zona balcánica –donde residen los eslavos
meridionales, esto es, donde situamos a Bulgaria– siempre se ha caracterizado
por una gran inestabilidad, especialmente desde principios del S.XX, y esto ha
provocado que su desarrollo no haya podido alcanzar el nivel de otras zonas
como la Europa del Norte o la Eurozona. Una prueba de ello la tenemos,
precisamente, en las guerras yugoslavas, pero también en las guerras de los
Balcanes de 1912-1913. Esta se produjo, fundamentalmente, para expulsar a los
otomanos del territorio, pero se saldó, finalmente, con grandes pérdidas
territoriales para Bulgaria. Bulgaria ha participado en otros grandes
conflictos a lo largo de la historia, pero creo que los hechos explicados son
suficientemente representativos para explicar la inestabilidad de la zona.
Vayamos a cuestiones culturales. Bulgaria está
situadas al este de la zona balcánica, y, por lo tanto, sus habitantes hablan
lenguas eslavas meridionales orientales –frente a las eslavas-occidentales de
Croacia y Eslovenia– y usan el alfabeto cirílico. Este grupo de eslavos del
“sureste” –Bulgaria, Macedonia, Serbia, Montenegro y Bosnia– practican,
fundamentalmente, el cristianismo ortodoxo, a causa de la influencia que tuvo
el Imperio Bizantino en Europa oriental. Por su parte, los eslavos meridionales
del oeste pertenecen al círculo cultural católico y usan el alfabeto latino.
A nivel político, al igual que otros eslavos
meridionales-orientales o directamente orientales –con Rusia como centro– formó
parte del Bloque del Este tras la Segunda Guerra Mundial, con una economía
socialista, pero posteriormente iniciaría su transición a la democracia
parlamentaria. Cabe destacar, pues, que Bulgaria se encuentra en uno de los
mejores momentos de su historia –siguiendo el modelo de los países más
desarrollados de la UE–, junto con, quizás, la etapa del Primer Imperio Búlgaro
durante la Edad Media (681-1018), en la cual llegó a dominar gran parte de los
Balcanes y se convirtió en un centro de influencia cultural para los eslavos de
la zona –antes de caer bajo el dominio de los otomanos–.
Historia
política i organización territorial
Bulgaria –oficialmente República de Bulgaria– es un
país situado al sureste de Europa y limita al norte con Rumania, al oeste con
Serbia y la República de Macedonia, y con Turquía y Grecia al sur. Desde 1999
está dividida en 28 provincias que corresponden, aproximadamente, a los 28 okrugs que existían antes de 1987. Los okrugs eran divisiones administrativas que
podrían traducirse por “distritos” o “regiones” –similares a los Bezirk alemanes–. Entre 1987 y 1999 Bulgaria estaba dividida en 9 grandes oblasts –divisiones anteriores a la
categoría de Estado, similares a las provincias–. Todas las provincias llevan el nombre de su capital, y, además,
están divididas en 264 municipalidades. Estas son las provincias actuales:
Ahora voy a repasar los hechos políticos más
importantes que ha vivido Bulgaria desde la prehistoria hasta hoy en día –obviamente
no podré comentarlos todos, pero espero escoger los más representativos–.
Empecemos por el principio. El territorio donde actualmente se sitúa Bulgaria
formaba parte del Imperio Romano de Oriente. A partir del S.VI, los eslavos,
más avanzados culturalmente, se mezclaron con tribus protobúlgaras, y el
territorio se fue transformando en una estructura política estatal impulsada
sobre todo por Boris I (852-889); no obstante, no fue hasta el reinado de
Simeón I (893-927) cuando el Primer Imperio Búlgaro alcanzó su máximo
esplendor. Después de Simeón se inició un período de decadencia, que culminó el
1018, cuando Bulgaria pasó a ser una provincia bizantina.
Bulgaria recuperó su independencia gracias a las
revoluciones de 1185, y con Iván II Asen 1218-41 el país –ya Segundo Imperio
Búlgaro– se convirtió en un gran
foco de influencia política y cultural. A pesar de esto, en 1340 empezaron las
incursiones turcas; el país se anexionó al Imperio Otomano hasta el 1878 y, a
pesar de que muchos habitantes conservaron su lengua y sus costumbres, el
dominio turco era casi completo. El despertar del sentimiento nacionalista
llegó, aproximadamente, en el S.XVII; el 1876 se produjo una primera revolución
búlgara duramente sofocada por las fuerzas turcas, y el 1877 Rusia –con el
apoyo de voluntarios búlgaros– declaró la guerra a Turquía. El 1878 finalizó
oficialmente el dominio otomano sobre Bulgaria, pero las potencias occidentales
dividieron la Bulgaria danubiana, al norte, y una provincia otomana, la Rumelia
Oriental, en el sur.
Más adelante se creó la Liga Balcánica –el 1912–
entre Grecia, Serbia y Bulgaria para eliminar definitivamente la influencia
turca en la zona de los Balcanes. Se produjeron las Guerras Balcánicas, y
Bulgaria tuvo que ceder numerosos territorios como consecuencia del conflicto.
Durante la Primera Guerra Mundial Bulgaria apoyó a las potencias centrales,
pero también tuvo grandes pérdidas; la población estaba muy descontenta con la
participación en la guerra; el ejército intentó proclamar la República; el país
tuvo que pagar reparaciones elevadas, reducir el ejército y ceder unos cuantos
territorios, y, además, se produjeron tensiones internas –por los acercamientos
de Bulgaria a Yugoslavia– etc.
El 1939 llegó la Segunda Guerra Mundial. Bulgaria se
sumó al Antikomintern, y declaró la guerra a Gran Bretaña y EUA. Por su parte,
la URSS declaró la guerra a Bulgaria, y, con la entrada de tropas soviéticas al
país, empezó el llamado período comunista, durante el cual Bulgaria siguió el
modelo soviético. Giorgi Dimitrov, jefe del Partido Comunista y presidente del
nuevo gobierno, aceleró los cambios que harían de Bulgaria un sistema
socialista. El 1962, Todor Zivkov llegó a la dirección del gobierno búlgaro, y
esta identificación de Bulgaria con la URSS se hizo casi completa. En esta
época Bulgaria también ingresó al Pacto de Varsovia y a la ONU –y al COMECON,
unos años antes–. El 1991, finalmente, se inició la transición a un sistema
parlamentario y unitario.
No obstante, la transición no fue fácil; políticamente,
el nuevo sistema era muy inestable y los niveles de corrupción se dispararon;
por otra parte, el abandono del antiguo sistema socialista trajo consigo graves
problemas económicos. En esta época también se produjo la disolución de
Yugoslavia, y el gobierno búlgaro apoyó a las potencias occidentales. Poco
después Bulgaria entró en la OTAN –en 2004– y en la UE –en 2007–. Como
consecuencia de la entrada en la UE, el FMI y la Comisión empezaron a exigir
grandes cambios y sacrificios a Bulgaria para llegar al nivel de desarrollo de
los demás países. A partir de entonces, los diferentes gobiernos han intentado cumplir
con las medidas exigidas, pero aún les queda mucho camino por recorrer.
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Relación
con la UE
Bulgaria se incorporó a la Unión Europea, junto con
Rumania, en 2007, pero la UE decidió aplicar un Mecanismo de Control y
Verificación sobre el país porque consideraba que tenía importantes carencias
en diferentes ámbitos –sobre todo en justicia e interior–. La Comisión, pues,
se encargaría de controlar si estos aspectos mejoraban con el tiempo. Bulgaria
ingresaría en la UE, pero estaría vigilada de cerca por los altos directivos de
la Comisión.
El 27 de junio del 2007, y pese a las medidas
adoptadas previamente por Bulgaria para adaptarse a los dictámenes de la UE, la
Comisión publicó un informe crítico sobre la corrupción del país y la
existencia de grupos de crimen organizado. En julio de 2008 se publicó un nuevo
informe de la Comisión, en el que se valoraban negativamente los esfuerzos de
las autoridades búlgaras para mejorar ciertos aspectos del país
–fundamentalmente, como ya he mencionado, en los ámbitos de justicia e
interior–. En esta ocasión, incluso se canceló la entrega de fondos a Bulgaria,
y la Comisión empezó a seguir muy de cerca su evolución –mediante el Mecanismo
de Control y Verificación–.
Así pues, vemos que la Comisión siempre ha sido muy
crítica con Bulgaria y, en consecuencia, los diferentes gobiernos del país han
ido aplicando, sucesivamente, diferentes medidas para corregir sus deficiencias
políticas, jurídicas, económicas y de cualquier otra índole. Algunas de estas
medidas han sido: cambios en la legislación para erradicar la corrupción;
elaboración de estrategias para luchar contra el crimen organizado; revisiones
del Código Penal y del Código Procesal Penal; nuevas leyes para el Ministerio
del Interior, la Agencia Estatal de Seguridad Nacional, el Poder Judicial y la
expropiación de propiedades adquiridas por medios fraudulentos.
Diferentes sectores de la sociedad política de
Bulgaria –Gobierno y oposición–, así como de la sociedad civil, opinan que el
Mecanismo de Control y Verificación debería suprimirse, pero desde otros
ámbitos –parte de la opinión pública, y, sobre todo, directivos de la UE y
Estados Miembros de la UE– se sigue considerando necesario para que el país
siga mejorando en Justicia e Interior. Actualmente, pues, se sigue aplicando el
citado Mecanismo, a la espera de que las autoridades búlgaras alcancen un nivel
de desarrollo óptimo en los aspectos mencionados. Además, los informes de la
Comisión están siendo utilizados por Estados Miembros de la UE, en especial
Países Bajos, para valorar el acceso de Bulgaria a Schengen.
Vayamos ahora a aspectos más económicos. Bulgaria,
durante el período 2007-2013, se benefició de unos 9.362 millones de euros de
fondos comunitarios, procedentes de los ámbitos de Desarrollo Rural y de Fondos
Estructurales y de Cohesión. Además, se destinaron 179 millones de euros a
proyectos relacionados con la cooperación transfronteriza. El siguiente período
–del 2014 al 2020– será aún mejor, puesto que se producirá un aumento de 2.042
millones de euros, gracias a las aportaciones pactadas en el Marco Financiero
Plurianual. Los fondos recibidos se destinaran a infraestructuras, recursos
humanos, ciencia, educación y gestión, sector del agua, y regiones que
registran crecimientos económicos.
En cuanto a cuestiones organizativas, Bulgaria tiene
17 diputados en el Parlamento Europeo, diferentes representantes del Gobierno
búlgaro –según el tema a tratar– en los Consejos de la UE, a Kristalina
Georgieva como comisaria de Bulgaria para la Comisión Europea, 14
representantes en el Comité Económico y Social Europeo, 12 representantes en el
Comité de las Regiones, y Representación Permanente en las instituciones de la
UE. Además, Bulgaria ocupará la Presidencia del Consejo de la UE en
julio-diciembre del 2018.
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Demografía
(distribución de la población, dinámicas demográficas y migraciones)
La densidad de población de los pueblos
eslavos, en general, es bastante baja, con una media de 15 habitantes/km2. En
Europa, el único grupo con menos densidad de población son los países nórdicos,
con 8 hab/km2, mientras que el Benelux o las Islas Británicas tienen unos 433
habs/km2 y 225 hab/km2, respectivamente. La densidad de población baja se debe,
en gran parte, a la existencia de grandes zonas rurales y al hecho de que los
pueblos eslavos ocupan territorios que tienen zonas prácticamente deshabitadas
–como el norte ártico o Siberia–. La mayor parte de la población se concentra
en grandes ciudades o en núcleos urbanos como Moscú, San Petersburgo o Sofía.
No obstante, Bulgaria no sigue el
mismo patrón que muchos de los otros países eslavos. Su densidad de población
es de, aproximadamente, 65 habitantes/km2 –y, por lo tanto, bastante superior a
la media–. Se trata de un país moderno que realizó la transición a la
democracia parlamentaria después del período comunista –durante el cual adoptó
un sistema de economía socialista–, y, por lo tanto, su distribución de la
población se asemeja a la de otros países industrializados. La distribución de
la población es bastante homogénea –debido, en parte, a que más del 70% del
territorio búlgaro es urbano y a que no existen grandes zonas despobladas–,
pero la mayor parte de la población del país se concentra en la capital, Sofía,
con 1126389 habitantes aproximadamente.
Pasemos a hablar de demografía. Podríamos
decir que la población eslava se mantiene relativamente estable, pero en
Bulgaria encontramos movimientos demográficos interesantes. Es el país eslavo
que más población relativa está perdiendo; la población búlgara decrece a un
ritmo del 0’8% anual. Esto se explica a causa de diferentes factores: la tasa
de natalidad es muy baja –en torno al 9,5%, es decir, una tasa de fertilidad
anual de 1,4 hijos por mujer–, la mortalidad y de mortalidad infantil –14% y
18%, respectivamente– son bastante altas
si las comparamos con otros países de la Eurozona o de Europa del Norte –los
datos indican la existencia de un buen sistema sanitario si lo comparamos con
la mayoría de regiones asiáticas o africanas, pero aún no alcanzan los niveles
de los países más desarrollados–, y el saldo migratorio es negativo –del -3%–.
La caída de la Unión Soviética disparó
las migraciones en muchos territorios con población eslava. Gracias a una mayor
libertad de movimientos, muchos rusos se desplazaron hacia países de la Unión
Europea y Estados Unidos. Por su parte, los antiguos países de la Unión
Soviética se desplazaron a Rusia o Ucrania, en busca de una industria más
desarrollada. Los búlgaros emigraron a sus países vecinos tras el fin del
período comunista –a causa, en parte, de la crisis económica del país–. Antes
no podían emigrar debido a que los movimientos de población estaban
restringidos. Las migraciones, pues, se produjeron tras el fin de la etapa
comunista, y se intensificaron con la entrada de Bulgaria a la UE en 2007,
aunque la mayoría tuvieron un carácter temporal –principalmente para trabajos
agrícolas, turísticos, de hostelería y de servicios–.
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Principales
sectores/regiones económicas
Empezaré por algunos datos que me parece importante
señalar antes de entrar en los principales sectores económicos del país.
Bulgaria, en 2015, tuvo un PIB de 44.162 millones de euros. Esto lo sitúa en el
número 77 del ranking –de un total de 196–. El PIB per cápita, de 6.100 euros,
lo posiciona relativamente cerca, en el puesto 79 del ranking. El Índice de
Desarrollo Humano, por su parte, fue de 0,782 puntos en 2004, con lo que se
sitúa en el puesto 59 de los 187 países que incluyeron las Naciones Unidas en
el informe. La deuda pública fue bastante elevada en 2014: de 11.535 millones
de euros. Con todos estos datos, pues –he tratado de escoger algunos de los más
representativos– podemos ver que Bulgaria ocupa una posición media-baja en
cuanto a indicadores económicos en relación con otros países de la Unión
Europea.
Hagamos una pequeña introducción histórica. Antes
del régimen comunista, en el campo búlgaro se practicaba una economía
extensiva, con resultados bastante pobres. A partir de 1949 las inversiones
soviéticos produjeron mejoras en el ámbito de la agricultura y del
cooperativismo. Además –sobre todo a partir de 1970– se crearon grandes
complejos agroindustriales. Bulgaria, pues, tenía una economía socialista,
planificada, como muchos otros países que estaban bajo la órbita de la URSS.
Tras el fin de la URSS –1990-1991– Bulgaria inició la transición a la economía
de libre mercado, aunque aún le queda mucho camino por recorrer.
El principal pilar de la economía de Bulgaria es la
industria, sobre todo de productos mineros. Antes de la Segunda Guerra Mundial
la industria se basaba en la explotación de madera, minas de hulla y textil,
pero ahora se centra, fundamentalmente, en caucho, aceites, material sintético
y plásticos –además de, como ya he mencionado, de productos mineros–, gracias a
los yacimientos de petróleo de Dolni Dabnik y Gigen.
En cuanto a los minerales, son muy importantes el
plomo, el zinc y el cobre, que se encuentra en el subsuelo del Sredna Gora y el
Ródope. Otras regiones importantes para este tipo de industria son Pernik
–metalurgia-, Kermikovci –hierro–, Dimitrovgrad –superfosfatos, cemento–, o
Reka Devnja –sosa, cloruros de cemento–. También hay que tener en cuenta la
industria electromecánica, la conservera, la de frutas, la de papel, la de
tejidos y, especialmente, la de cigarros, con importantes núcleos en Plovdiv,
Sofía y Gabrovo.
El hecho de que la población esté decreciendo a un
ritmo del 0’8% anual ha afectado a la industria, pero esto se ha substituido,
relativamente, con un crecimiento del peso del turismo, sobre todo en los
balnearios del Mar Negro, a la capital –Sofía– y a las montañas del Vitosa, el
Rila y el Ródope. En cuanto a la
producción eléctrica, hay que destacar e equipamiento hidroeléctrico del
Danubio, la central nuclear de Kozloduj y las presas de montaña que aprovechan
el caudal del Arda. Otras actividades a tener en cuenta son el comercio con el
exterior –sobre todo de hidrocarburos, hierro, carbón y materiales
industriales, pero también de conservas, tejidos o productos agrícolas– y van
destinados, fundamentalmente, a Polonia, República Checa y Eslovaquia.
Vayamos ahora al sector primario. En cuanto a la
agricultura, destaca la producción de vid –tanto para el consumo como para la
exportación–, así como la producción de tabaco, lana, algodón, cáñamo, madera y
papel –esto último sobre todo en el Ródope, con grandes extensiones
forestales–. Los cultivos frutales y hortícolas también están experimentando
crecimientos notables, sobre todo para la producción de conservas, y, por
último, hay que mencionar la región del Danubio –rica en cereales– y la Tracia
–donde se cultiva arroz–. La ganadería es sobre todo vacuna y lanar, pero
también porcina y bovina, y la actividad pesquera es muy importante en los
puertos de Varna y Burgas –junto al Mar Negro–.
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Tema
libre: literatura
Podría tratar la cultura desde diferentes ámbitos –la
composición de la población o diversidad cultural, la música, la tradición
popular, el arte, el cine, los mitos y/creencias religiosos–, pero me centraré
en el tema que más me interesa: la literatura. Obviamente no podré realizar una
monografía completa sobre la tradición literaria búlgara, pero sí que me
apetece señalar los aspectos fundamentales de estas dos disciplinas. Además, me
parece muy interesante descubrir si la tradición literaria búlgara es similar a
la de otras regiones de Europa más occidentalizadas o si, por el contrario, se
asemeja más a la de Europa Oriental.
Podríamos considerar a Cirilio y Metodio como los
fundadores de la literatura eslava en general. Fueron dos hermanos que, en la
época del Imperio Bizantino –concretamente durante el S.IX– se convirtieron en
misioneros del cristianismo, tradujeron varios textos religiosos y crearon un
alfabeto propio. Cabe recordar, además, que Bulgaria, durante la Edad Media,
era un importante centro de influencia cultural para la población eslava, y,
por lo tanto, podríamos situar en esta etapa –entre el S.VII y el XI,
aproximadamente– el inicio de su literatura, aunque ésta sólo consistía en
traducciones de los Evangelios, textos sobre vidas de santos y otros escritos
religiosos. Suprasliensis y El Evangelio de Java son, entre otros,
los textos más antiguos que se conservan en alfabeto cirílico –el alfabeto
usado por los eslavos meridionales orientales–.
Los siglos posteriores a la Edad Media fueron de
decadencia para la literatura búlgara, en gran parte a causa de la caída del
territorio a manos de los otomanos. Esta no se recuperaría hasta,
aproximadamente, el S.XIX, con el despertar de la conciencia nacionalista. Una
de las primeras obras que encontramos inmediatamente antes de este nuevo
periodo –y que serviría para potenciar estos sentimientos nacionalistas– es la Historia de los eslavos búlgaros,
escrito en eslavo eclesiástico mezclado con lenguaje popular, del monje Paisij.
En el S.XIX, pues, por primera vez, se luchó
fervientemente contra el dominio político y cultural de los turcos a través de
esta nueva literatura; se crearon escuelas búlgaras, se escribieron manuales
pedagógicos en la lengua nacional y se creó un nuevo lenguaje literario –mezcla
de dialectos orientales y lengua popular–. Una de las figuras que más
destacaron en este periodo –antes de la liberación– fue el poeta revolucionario
Hristo Botev (1848-1876), que murió durante un enfrentamiento con los turcos.
Vemos, pues, que durante el S.XIX, los escritores se centraban más en
cuestiones políticas y sociales –con un gran componente nacionalista–, y no
sería hasta más adelante cuando empezarían a incluir temas de la vida cotidiana
o cuestiones de estilo literario.
Después de la liberación –a partir de 1878–
destacaron autores como Ivan Vazov –con su obra Bajo el yugo– o Stoyán Mijailovski –filósofo pesimista,
desilusionado por la política– y Aleko Konstantinov –escritor satírico que
retrataba a los campesinos en sus obras–. Esta etapa se caracteriza por un
mayor interés en la forma y el lenguaje; los escritores se preocupaban más por
el ritmo o por la sonoridad de las palabras que en épocas posteriores, cuando
predominaban los temas políticos y sociales. Jordan Ivanov y Dimitar Ivánov son
dos de los escritores más influyentes de este periodo, ambos con relatos cortos
relacionados con el mundo campesino.
A partir del 1944 la literatura búlgara viró hacia
el realismo socialista. Los hechos de la Segunda Guerra Mundial influyeron en
esta nueva literatura, en la que se ensalzaba la figura del héroe y el
protagonismo de las masas, con una gran carga ideológica –ejemplo de esto lo
tenemos en escritores como S. Stanev o D. Dimov–. No obstante, y a pesar de
este nuevo interés por lo social –como ya habíamos visto en la época
nacionalista, aunque con rasgos
diferentes–, también empezaron a surgir nuevas voces –sobre todo a
partir de la década de los 70– que reivindicaban la importancia del individuo,
el conflicto del hombre con la sociedad y la libertad en todas sus formas.
Algunos de los escritores más importantes de esta última etapa contemporánea
son J. Radickov, K. Kalcev y E. Manov.
Bibliografía
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Kosev, D. K (1964). Historia de Bulgaria. Sofia: Editorial de Libros en
Lenguas Extranjeras.
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Woodbridge, Suffolk: Merlin
Press; Stanford, Calif.: Stanford University Press.
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Wightman, G. (1995). Party formation in East--Central Europe: post-communist politics in
Czechoslovakia, Hungary, Poland, and Bulgaria, Aldershot: Edward Elgar.