Los
pueblos eslavos constituyen el grupo cultural y lingüístico más numeroso de
Europa, pero, a pesar de esto, sólo representan, con unos 278.073.000 habitantes, un 3’77% de la
población mundial. La mayoría de eslavos se concentran en Rusia (1’95%), Ucrania
(0’58%), Polonia (0’52%), Rep. Checa (0’14%) y Bielorrusia (0’13%), mientras
que los países con menos población eslava son los siguientes: Montenegro
(0’01%), Eslovenia (0’03%), Macedonia (0’03%), Bosnia y Herzegovina (0’05%) y
Croacia (0’06%).
En
cuanto a la demografía, podríamos decir que la población se mantiene
relativamente estable, pero encontramos movimientos demográficos interesantes
en Rusia, Ucrania, Bosnia y Herzegovina y Bulgaria. Bosnia y Herzegovina es el
país que está experimentando un aumento de población relativa mayor (1’26%),
pero el crecimiento relativo de Rusia (0’17%) representa un cambio mayor de
población absoluta. Por el contrario, los países que más población están
perdiendo son Ucrania y Bulgaria –en población absoluta y relativa
respectivamente–.
La
densidad de población de los pueblos eslavos, en general, es bastante baja, con
una media de 15 habitantes/km2. En Europa, el único grupo con menos densidad de
población son los países nórdicos, con 8 hab/km2, mientras que el Benelux o las
Islas Británicas tienen unos 433 habs/km2 y 225 hab/km2, respectivamente. La
densidad de población baja se debe, en gran parte, a la existencia de grandes
zonas rurales y al hecho de que los pueblos eslavos ocupan territorios que
tienen zonas prácticamente deshabitadas –como el norte ártico o Siberia–. La
mayor parte de la población se concentra en grandes ciudades o en núcleos
urbanos como Moscú.
La
tasa mortalidad infantil se sitúa aproximadamente entre 8 y 6 muertes anuales
por cada mil habitantes. Estos datos indican la existencia de un buen sistema
sanitario si lo comparamos con la mayoría de regiones asiáticas y africanas,
pero hay que tener en cuenta que los países de la eurozona tienen una tasa muy
inferior –entre 3 y 1–. La tasa de natalidad, por el contrario, es similar al
resto de países europeos.
Es
interesante destacar el caso de Ucrania. Ya hemos visto que es el país eslavo
que más población absoluta está perdiendo, y además la alta tasa de mortalidad
–sólo por detrás de Sudáfrica– indica la existencia de algún problema. Esto se
debe al conflicto reciente en el país entre pro-rusos y pro-occidentales, es
decir, entre los que quieren acercarse a la Unión Europea y los que prefieren
seguir bajo la influencia rusa. Además, Ucrania acogió a muchos inmigrantes
tras la independencia de la Unión Soviética –debido a su alta industrialización
y a la estabilidad de su economía–, pero muchos ucranianos acabaron emigrando a
países de la Unión Europea debido a la crisis generalizada de las antiguas
repúblicas soviéticas.
La
caída de la Unión Soviética no sólo disparó las migraciones en Ucrania, sino en
muchos otros territorios con población eslava. Gracias a una mayor libertad de
movimientos, muchos rusos se desplazaron hacia países de la Unión Europea y
Estados Unidos. Por su parte, los antiguos países de la Unión Soviética se
desplazaron a Rusia o Ucrania, en busca de una industria más desarrollada.
Los
bielorrusos también están emigrando en busca de nuevas oportunidades
económicas; en Serbia, Montenegro y Bosnia-Herzegovina las guerras provocaron
una alta emigración tras la caída de la Unión Soviética –actualmente, casi la
mitad de los serbios se encuentran fuera de su país–; Polonia sufrió grandes
movimientos migratorios, muchos de ellos forzosos –por las invasiones de
alemanes y rusos–; los búlgaros emigraron a sus países vecinos tras el fin del
período comunista –a causa, en parte, de la crisis económica del país–; en
Macedonia también se sucedieron grandes migraciones debido a su escasa
industrialización. Por último, República Checa, Eslovaquia y Eslovenia son,
quizás, tres de los países más occidentalizados de la antigua Unión Soviética
y, por lo tanto, tres de las regiones más desarrolladas.
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