La región de los Balcanes ha sido escenario de muchos
conflictos precisamente por su heterogeneidad étnica, social, y también
religiosa. En ella conviven el cristianismo ortodoxo (Serbia, Bulgaria,
Macedonia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro), también el catolicismo (Croacia,
Bosnia y Herzegovina, Eslovenia), y además el islam (Bulgaria, Macedonia,
Serbia, Bosnia y Herzegovina). La guerra de los Balcanes y la caída de la
antigua Yugoslavia fueron, en parte, causados por esta mezcla de religiones.
Pero antes, una breve recapitulación. La conversión al cristianismo de los
pueblos eslavos meridionales tuvo lugar durante los siglos VIII-IX. A partir
del siglo XI, al producirse el Gran Cisma entre Oriente y Occidente, la zona de
los Balcanes se convertirá en el territorio fronterizo entre ambas Iglesias,
produciéndose inevitablemente tensiones. El islam, por su parte, llegó con el
Califato Otomano durante el siglo XIV. Así pues, la religión paso a ser un
elemento identitario y a la vez conflictivo de cada región, acentuándose durante
la guerra de los Balances, dando lugar a una especie de nacionalismo religioso,
lo que se traduce también como una intolerancia religiosa.
Rojo: eslavos ortodoxosAzul: eslavos católicos
Verde: eslavos musulmanes
El nacionalismo serbio de finales de los años 80 es considerado
el inicio de que lo que acabaría con la antigua república yugoslava. La
población sentía que Yugoslavia, como unidad política, negaba sus respectivas
identidades. Pues bien, es fundamental
poner de manifiesto la relación entre este creciente nacionalismo y la
religión, pues el cristianismo ortodoxo sirvió para cohesionar toda la
comunidad serbia (ortodoxa) y a la vez diferenciarla de los pueblos vecinos.
Con las sucesivas declaraciones de independencia, las repúblicas reclamaban
como propias todas esas zonas donde se concentraba una comunidad con mayoría
identitaria nacional, así pues, la religión de cada república pasó a ser seña
de identidad nacional.
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